jueves, 3 de diciembre de 2020

RELATOS E MICRORRELATOS CONTRA A VIOLENCIA DE XÉNERO

Os rapaces e rapazas de 4º da ESO traballaron na clase de Lingua Castelá  a temática da Violencia de Xénero xa que o 25 de novembro conmemórase dito día. Aquí os deixamos unha mostra. 

 RELATO

 Lo sentía en todas partes. Como una sombra de la que no me podía librar. Lo veía en cada esquina, en mis sueños, a cada hora, cualquier día…Como si aun no me hubiera librado de él. Cada vez que veía un coche como el suyo me recorría un escalofrío. Cada vez que a mi lado pasaba alguien con un perfume similar, me daban náuseas. Cada vez que cerraba la puerta detrás de mí, sentía que me agarraba por el cuello con sus largos dedos y que me asfixiaba cuando apagaba la luz.

A veces pienso que eso sería lo peor. Y por eso aún noto su piel cuando me agarra. La que es sombra, soy yo. La que le provoca todos esos enfados soy yo. ¿Porqué soy tan celosa? ¿Porqué le necesito para vivir? Quiero creerle. Quiero que no derrame más lágrimas cuando me encierro lejos de él, y me escapo para no recibir las consecuencias. Quiero creer sus “lo siento” y “lo eres todo para mí”, pero después de un “sin ti no soy nada” o “es que tuve un mal día” viene el “sin mi no eres nadie” o “es que mira que eres tonta”. Pero él no es así. Yo sé que él no es así. El resto no lo ve como lo hago yo. No…no lo ven con mis ojos. ¿Verdad?

La boca me sabe a hierro. Me duelen los labios; el pecho. Mi ojo izquierdo palpita. Mis rodillas se juntan. Entre otras, escucho mi respiración entrecortada. Resuena en mi cabeza una llamada. Una y otra, y otra vez.

- ¿Aún le sigues queriendo? – me pregunta ella. Mi boca tiene sangre, mis labios están hinchados, el corazón me late con fuerza y mi sujetador está mal puesto; mi ojo está morado y mis rodillas tiemblan juntándose consecutivamente. Me cuesta separar los labios para responder, y me incomoda el pecho al tomar aire

- Es que tu no lo entiendes – respondo – No tienes ni idea de lo celosa que puedo llegar a ser. Es algo que compartimos…eso pienso. Creo que soy algo provocadora…hasta ahora parecía que iba buscando por ahí algo con todos los tíos, y…el me ha hecho darme cuenta de que soy así. Y está bien; el así me quiere – digo con un tono que imita lo risueño. Ella resopla al otro lado del teléfono. Un resoplido que no necesita explicación

-¿No te das cuenta de lo que está pasando verdad? – interviene de nuevo

- No sabes lo que me duele que no intentes comprenderme. Él tiene razón; todos le juzgan sin molestarse en conocerle. ¿Podrías ser un poquito empática y dejar de juzgarnos? No te metas – replico. Hay un silencio ensordecedor. Tengo miedo de oír su respuesta

- ¿Sabes cuánto me duele a mí? ¿Por qué no te pones en mi lugar? Me lo pones muy difícil - responde dolida. 

Cuelga el teléfono y escucho los últimos coletazos de la llamada sin despegar el móvil de mi oreja. No se que acaba de pasar. Siento como si acabase de tirar mi salvación a la basura.  Me quedo pensativa. Ya no se que hacer. A quien escuchar ¿Por qué me cuesta tanto? Yo le quiero…Le quiero…Le quiero tanto que me da miedo. Me aterroriza…me aterroriza porque sé…que el hombre al que amo… es el único capaz de matarme.

Escuchó que la puerta se cierra de un portazo y sé que ha tenido un mal día en el trabajo. Presiento que va a haber bronca. Que lo va a pagar conmigo; como siempre. 

Maldice. Maldice a gritos como si alguien pudiera escucharle, ayudarle a resolver sus problemas. Como si alguien pudiera calmar esa furia. Escucho sus fuertes pasos por todo el piso, y sé que me está buscando. Instintivamente comienzo a temblar de nuevo. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo y hace que me de cuenta del miedo que siento. El teléfono, que aun no poso en la mesa, tiembla en mi mano. Comienzo a llorar, temerosa. Se que cuando me vea llorar será peor. Mucho peor.  Pero no puedo evitarlo. Me preparo para lo que viene a continuación.

Últimamente, he tenido muy claro que un día de estos, acabará matándome. Igual se suicida después, ya sea por amor o para evitar la cárcel o algo peor. Pero tengo claro que va a matarme. Va a provocar que abandone este mundo. Que mi sufrimiento acabe, que mi sangre deje de fluir; que mis pulmones dejen de respirar, que mi mente deje de pensar. 

Creo que así me sentiré en paz ¿Es esa la única forma?

C.F.G